martes, 10 de septiembre de 2013

comentarios 5 - para Antonio Porpetta

En el desván de los valientes
donde beben los que gritan el fuego de sus venas
en ese abrevadero del mana del alma encontró la daga.

En la ruptura de la decencia y la boca, ebrios de injurias
marionetas del injustificado brazo invasor
se levanta sobre el escombro, el gutural sonido del extraño.

Prefirió el cañonazo del orgullo veraz
que permanece vivo en ti a través del tiempo
y ahora en quien lo lee
mas
¿Quien se acordaría en esta tierra de los atacantes si ella hubiese callado y matado después?
prefirió el trabajo rápido y vello de un alma heroico
que un plan lento y meticuloso, a la vez que deshumanizante.

Ya ves amigo, siete pedazos de metal bastan para tumbar una carne
pero ni siete mil plomos de esos borran el valor celta de una mujer que grita al viento
mira hasta donde llegan sus hazañas, pues este crio se ha hecho eco.


Saludos Joaquina, el tiempo se pliega propiciando encuentros, algún día seré otra cosa, quizás con suerte escuche tu voz con orejas de humano y sonría retornado.

Todos somos materia, incluso plomo.


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